REFLEXION;"JESÙS VINO A INAUGURAR EL ETERNO E INCONMOVIBLE REINO DE DIOS"


Miraba a las multitudes con compasión y gran misericordia (Mateo 9,36) y veía que la gente deambulaba sin rumbo; sus pasiones y deseos los dominaban y actuaban sin propósito ni sentido en la vida. Muchos se sentían paralizados por el miedo, la incredulidad y los engaños de Satanás. Pese a todo, Jesús sabía que el Padre ama a cada persona con amor infinito. Como expresión de este amor, el Señor “anunciaba la buena noticia del reino, y curaba toda clase de enfermedades y dolencias” (Mateo 9,35).


En el Reino de Dios, Jesús reina como Señor y Rey. Los que se han incorporado de corazón al Reino de Dios saben quién es su Rey y quienes son ellos; confían en su Rey y saben que Él los ama. Él es su luz, su consuelo (Corintios 1,3-4), y su fortaleza (Salmo 28,7-8). Su deseo es amar y servir a Dios.


Jesús curó al endemoniado como señal de que quiere curarnos a todos, para que así seamos partícipes de la vida del Padre. El Señor quiere mostrarnos las muchas maneras en que el pecado nos esclaviza y nos impide dar testimonio de la gloria de Dios.


Esta curación —la última en una serie de diez que demuestran que Jesús es el Mesías de la acción (Mateo 8,1 a 9,38) — es otra señal de la obra sanadora que el Mesías de Dios quiere realizar en la vida de todos nosotros


Los fariseos, viendo lo que Jesús hacía, insistieron en que recibía sus poderes del maligno (Mateo 9,34). Incluso en esta primera parte del ministerio de Jesús, vemos señales del conflicto que finalmente lo llevaría a Jerusalén a sufrir y morir. Con todo, Jesús continuó su misión e invitó a sus discípulos a trabajar en la cosecha (Mateo 9,37).


Este es un mensaje para nosotros, porque al adoptar a Jesús como Mesías de nuestra vida, también somos llamados al Cuerpo de Cristo para trabajar juntos en la propagación del Reino, anunciando la buena nueva y llevando a otras personas, mediante la palabra y la acción, a Jesús y a la salvación que Él ofrece a todos


“Amado Señor, envíame a trabajar en tu viña y llevar a otros a tu lado. Líbranos, Señor, de todo mal y enfermedad, para que seamos buenos trabajadores en la construcción de tu Reino.”



Amèn



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