REFLEXION:“He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”
"Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia". Mat. 3:17. Estas palabras de confirmación fueron dadas para inspirar fe a aquellos que presenciaron la escena del bautismo de Jesús y fortalecer al Salvador para su misión. A pesar de que los pecados de un mundo culpable pesaban sobre Cristo, a pesar de la humillación que implicaba el tomar sobre sí nuestra naturaleza caída, la voz del cielo lo declaró Hijo del Eterno. Juan había quedado profundamente conmovido al ver a Jesús postrarse como suplicante para pedir con lágrimas la aprobación del Padre. Al rodearle la gloria de Dios y oírse la voz del cielo, Juan reconoció la señal que Dios le había prometido. Sabía que era al Redentor del mundo a quien había bautizado. El Espíritu Santo descendió sobre él, y extendiendo la mano, señaló a Jesús y exclamó: “ He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo ”. Juan 1:29. Nadie de entre los oyentes, ni aun ...