197.JESÚS,- Alimento que permanece para la vida eterna



 “Cuando la multitud se dio cuenta de que Jesús y sus discípulos no estaban allí, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.
Al encontrarlo en la otra orilla, le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo llegaste?".
Jesús les respondió: "Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse.
Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es él a quien Dios, el Padre, marcó con su sello".
Ellos le preguntaron: "¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?".
Jesús les respondió: "La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que él ha enviado".

Y volvieron a preguntarle: "¿Qué signos haces para que veamos y creamos en ti? ¿Qué obra realizas?
Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: Les dio de comer el pan bajado del cielo".
Jesús respondió: "Les aseguro que no es Moisés el que les dio el pan del cielo; mi Padre les da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo".
Ellos le dijeron: "Señor, danos siempre de ese pan".
Jesús les respondió: "Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed.” (San Juan 6, 24-35. )

REFLEXIÒN:
El texto de este pasaje del Evangelio de Juan 6:24-35, es la continuación del milagro de la multiplicación de los panes. El evangelista Juan no nos dice si son las mismas cinco mil personas las que van en busca de Jesús; lo cierto es que las personas que comieron el pan y los peces se ponen en camino para ir al encuentro de Jesús hasta encontrarlo.
 El encuentro de Jesús con ellos es en Capernaúm, y aquí Jesús no se retira (Juan 6:15) al monte. Jesús habla con ellos, ayudándoles a reflexionar sobre su propia búsqueda. Según los vv. 26-27, Jesús les respondió: "De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis. Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que permanece para vida eterna." Juan nos presenta a las personas que tuvieron la vivencia del milagro, pero que todavía no entienden las señales de Jesús. Ellos vieron, sintieron en sus manos y en sus cuerpos el alimento, pero no entienden y preguntan a Jesús (v. 28): "¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?" Jesús los llama a obrar por un alimento que permanece. Ellos quieren saber qué deben hacer para obrar las obras de Dios.
La tardanza de estos hombres y mujeres para entender cómo obrar nos lleva a formular tres hipótesis:
1) Ya tienen la ley de Moisés para obrar, pero deben cambiar para obrar las obras de Dios.
2) Está por celebrarse la pascua judía y esta celebración es para ellos un signo del éxodo que vivieron sus antepasados.
3) Jesús dice: "Yo soy el pan de vida" (v. 35), y los y las llama a obrar por el alimento no perecedero (v. 27). La ley judía es importante, y la tradición de la pascua es importante. Pero ahora Jesús mismo les está dando la libertad de elegir un alimento para la vida eterna. Ya sus antepasados probaron el maná en el desierto y no fue Moisés quien los alimentó: "Moisés no os dio el pan del cielo, pero mi Padre os da el verdadero pan del cielo" (v. 32).
Jesús es el logos a quien Juan nos presenta al inicio del evangelio en 1:1 "En el principio era el Verbo, el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios."
 El maná, lo mismo que los panes y los peces que Jesús multiplica, son alimentos perecederos muy importantes en la vida del ser humano. Los milagros son señales de la grandeza de Dios para alimentar y sustentar el cuerpo y para brindar la vida eterna. Juan nos presenta a estos seguidores que no alcanzan a comprender que Jesús mismo es pan.
Por eso Juan nos recuerda las palabras de Jesús en el v. 35: "Yo soy el pan de vida. El que a mí viene nunca tendrá hambre, y el que en mí cree no tendrá sed jamás."
 Jesús es el restaurador del ser humano: Las personas en este siglo 21 están en camino de sus propias búsquedas personales, generacionales, sociales, etc. Todo ello tiene su centro en la vida. Ser parte de cualquier movimiento religioso, social, político, empieza con una causa. Haciéndonos eco de las palabras de la gente que está conversando con Jesús en Capernaúm, podemos preguntarnos como seres de esta magnífica creación: ¿Qué estamos haciendo en nuestro día a día para obrar las obras de Dios, del creador?
Para las personas que están en su búsqueda personal y/o comunal es importante recordar que somos salvos por gracia. Que nuestras obras son productos de nuestra fe y aun esta fe es un regalo de Dios. Las obras nuestras no contribuyen a nuestra salvación (Gálatas 5:4). Las obras vienen como un fruto de la salvación; no a causa de ella.
 Jesús es la vida que vino al mundo y está presente; él es el alimento presente y para la vida eterna.



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