REFLEXION:182.- “…vivamos haciendo la voluntad de Dios, para que Dios, viva en nosotros”





Queridos hijos: Si Dios nos ha amado tanto, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros. A Dios nadie lo ha visto nunca; pero si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros y su amor en nosotros es perfecto.

En esto conocemos que permanecemos en él y él en nosotros: en que nos ha dado su Espíritu. Nosotros hemos visto, y de ello damos testimonio, que el Padre envió a su Hijo como salvador del mundo. Quien confiesa que Jesús es Hijo de Dios, permanece en Dios y Dios en él.

Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en ese amor. Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él. En esto llega a la perfección el amor que Dios nos tiene: en que esperamos con tranquilidad el día del juicio, porque nosotros vivimos en este mundo en la misma forma que Jesucristo vivió.

En el amor no hay temor. Al contrario, el amor perfecto excluye el temor, porque el que teme mira al castigo; y el que teme no ha alcanzado la perfección del amor
.”.- (1 Juan 4, 11-18)
REFLEXION:
Uno de los elementos más maravillosos que Jesús trajo a nuestras vidas es el amor de Dios, ya que con ello, como nos los dice el apóstol-en esta cita biblìca- llega también a nuestro corazón la paz. Una paz profunda de saber que él está con nosotros y que con nosotros caminará hasta que lleguemos a la casa del Padre.

Para que este amor permanezca en nosotros, nos dice este texto, que debemos vivir de la misma forma que Jesús vivió, es decir, haciendo la voluntad del Padre, observando su ley y permaneciendo en su amor.

 Esta es la clave que crea en nosotros la paz, pues, quien vive haciendo la voluntad de Dios, vive en él y él vive en nosotros. Por eso no tememos y vivimos con tranquilidad. Una vida llena de Dios será una vida en paz y de alegría, pues ésta es una vida llena de amor.

No nos desanimemos en el camino del Evangelio, en el seguimiento de Cristo, en buscar con todas nuestras fuerzas el hacer su voluntad, cierto que no siempre es fácil, sin embargo, busquemos complacer a nuestro amado Dios en todo lo que podamos. Recordemos que la recompensa de esto será siempre la paz interior y una felicidad maravillosa que Dios mismo creará en nuestra vida y en nuestros ambientes. Vivamos como Jesús vivió.
ORACION:
Señor, tu inconmesurable amor ha echado fuera de mí mis grandes miedos, el miedo a la muerte, pues sé que solo es la entrada a la eternidad contigo; el miedo a la desaprobación de la gente, pues lo que más me importa es lo que tú piensas de mí. Sin embargo, reconozco que aún hay temores arraigados y de los cuales estoy seguro de que la razón es que no he dejado que la seguridad de tu amor penetre hasta esas áreas; por eso, Dios mío, te entrego mis temores y te pido que los tornes en un derramamiento profundo y sanador por tu gran amor.
 PROPÒSITO:
Hoy rechazaré cada sensación de temor en mi vida y por cada una de esas sensaciones traeré a mis labios la frase: "Gracias, Señor, por tu gran amor".


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