133.-COMO DIOS CONTESTA LAS ORACIONES-2-

El Propósito de las Oraciones.
 
Hay un propósito divino en la oración, y es muy importante que tengamos esto en cuenta si vamos a entender por qué algunas oraciones quedan sin repuesta.
 Dios no diseñó la oración como un medio que utilizaría para discernir como se deben manejar los asuntos aquí en la tierra.
 Él no recurre a nosotros para decirle lo que debe hacer. Tiene sus propios planes y propósitos fijos, y si esperamos recibir la riqueza de su bendición es esencial que nuestras oraciones estén en armonía con ellos.
 Para usar el lenguaje de Santiago, pedimos “mal” cada vez que presentamos una solicitud a Dios para bendiciones que no ha propuesto a darnos.
En las Escrituras se enumeran varios tipos de oración.
 Lo principal entre éstos son las oraciones de acción de gracias.
 Indudablemente, Dios está feliz cuando sus criaturas lo reconocen como la fuente de sus bendiciones, y debido a esto levantan sus corazones y voces a él en acción de gracias.
Luego están las oraciones de adoración, oraciones que expresan un reconocimiento de los atributos gloriosos del carácter del Creador—su sabiduría, su justicia, su amor, y su poder. El deseo de glorificar a Dios debe ser el motivo para la mayoría de nuestras oraciones.
Las oraciones por la misericordia de Dios son también apropiadas.

 Las Escrituras instan a todos los cristianos a buscar el perdón divino de sus pecados mediante la oración.

 Pablo habla de esto como acercarse “confiadamente al trono de la gracia,” para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. (Hebreos 4:16)
Por supuesto, hay oraciones que son peticiones de ciertas bendiciones, o favores del Señor. Acerca de éstas estamos especialmente interesados en este momento. Algunas personas oran por su propia salud, o por la de otros. Algunos oran por las riquezas. Otros oran por su protección mientras viajan. Millones de personas oran por la paz.
 A menudo ha resultado que los ciudadanos de los países que se oponen el uno al otro en la guerra oran para que sus respectivos ejércitos sean victoriosos. Supongamos que todos quienes se acercan a Dios en oración sean sinceros, y por supuesto le piden cosas que les parecen importantes al presente. ¿Pero justifica la Biblia la creencia de que todas estas oraciones deben ser contestadas?
Puede ser que Dios conteste la oración de una madre por la seguridad de su hijo en el campo de batalla. O puede ser que las oraciones por la paz de una nación puedan ser contestadas. Pero si tales oraciones son contestadas, esto simplemente significa que estaban de acuerdo con su voluntad. Dios tiene un plan fijo, de acuerdo con el cual es consciente con la raza humana.
 Aquel plan no fue hecho para satisfacer los caprichos o los deseos de sus criaturas humanas, ni tampoco cambiará sus planes cualquier cantidad de oraciones.
“La oración cambia cosas,” dicen, pero no cambia los planes de Dios. Dios no nos contempla, ni las naciones—ni siquiera las Naciones Unidas—para descubrir qué cambios se deben hacer a fin de mejorar las condiciones para nosotros o para el mundo en general.
 ¡Cuán poca confianza tendríamos en un dios cuyas opiniones podrían ser influenciadas o cuyos planes podrían ser cambiados por la elocuencia de las oraciones de su pueblo!
 
 
 
 

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