220.-“La carrera cristiana y su objetivo”
“Una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y
extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo
llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
Filipenses 3:13-14
En general, las personas que llevan a cabo algo
importante son las que se apasionan por una
única gran ambición.
Trátese de escalar una nueva cumbre, de obtener un
premio Nobel o de combatir contra un invasor, siempre hay hombres activos
dispuestos a sacrificarlo todo para alcanzar un gran objetivo.
Así era el apóstol Pablo después de
que Cristo lo detuvo en el camino a Damasco. Se dedicó a trabajar para Cristo
y, tal como un atleta en una carrera, se esforzaba sin detenerse o mirar hacia
atrás, pues solo pensaba en la aprobación de su Maestro.
¡Pablo se ofrece para ser nuestro entrenador, e
invita a cada cristiano a seguir sus pasos! Olvidemos, como lo hizo Pablo, lo
que queda atrás: nuestros éxitos, que nos envanecerán, pero también nuestros
fracasos, porque nos desanimarán. Así, pues, extendámonos a lo que está
delante, prosiguiendo a la meta, porque esta carrera «todo terreno» no es un
paseo. ¡Es muy seria, y lo que está en juego es de capital importancia!
¡Tener la mente ocupada con cosas
mundanas es inconsecuente para el que tiene su patria en el cielo!
¿De qué hablan dos compatriotas que se encuentran
en el extranjero? ¡De su país! Siempre estaremos de acuerdo y seremos felices
si, entre cristianos, hablamos de la patria celestial, donde pronto Jesús nos
llevará.
“Despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con
paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús” (Hebreos 12:1-2).
Tomado y adaptado de “la Buena Semilla”
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