217. “La importancia de la pureza”
¿Quién podrá decir: Yo he limpiado mi corazón,
limpio estoy de mi pecado?
Proverbios 20:9
Si confesamos nuestros pecados, él (Dios) es fiel y
justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
1 Juan 1:9
¿Qué evoca la
palabra pureza? ¿La pureza del aire, del agua, de los alimentos? La
preocupación por la pureza está muy presente en nuestras mentes debido a los
problemas relacionados con la contaminación y el respeto al medio ambiente.
También existe una relación evidente entre lo que ingiero y mi salud. Si no
estoy atento a lo que respiro, bebo o como, puedo debilitarme e incluso
intoxicarme. Todo esto es cierto en el ámbito físico, pero también es verdad en
el ámbito moral. Lo que miro, leo y escucho influencia mis pensamientos, los
ennoblece, o los contamina.
Pero, además, la
principal fuente de impureza está en mi corazón. “Del corazón salen
los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios... las blasfemias. Estas
cosas son las que contaminan al hombre” (Mateo 15:19). Esto es lo que me impide
tener acceso a la presencia de Dios. Entonces, ¿cómo puedo purificarme?
Varias religiones
subrayan la necesidad de hacerlo mediante penitencias o sacramentos. ¡Pero esto
no es lo que la Biblia nos enseña! Ella nos dice que no podemos purificarnos a
nosotros mismos. La purificación es obra de Dios: “La sangre de Jesucristo su Hijo
nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1:7).
Cuando por la fe
acepto el regalo de Dios, él me perdona y me purifica de todos mis pecados.
Entonces me da la fuerza para mantenerme
separado, en mi vida, en mis pensamientos, de todo lo que es incompatible con
la santidad de Dios. Me muestra cómo vivir las diferentes relaciones humanas en
la pureza, la verdad y el amor.
Fuente:“La Buena Semilla”
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