149.-OREMOS CON LOS SALMOS
Salmo 26
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la
defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?
Cuando me asaltan los malvados para devorar mi carne, ellos,
enemigos y adversarios, tropiezan y caen.
Si un ejército acampa contra mí, mi corazón no tiembla; si me
declaran la guerra, me siento tranquilo.
Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor, contemplando su templo.
El me protegerá en su tienda el día del peligro; me esconderá en lo
escondido de su morada, me alzará sobre la roca.
Y así levantaré la cabeza sobre el enemigo que me cerca; en su
tienda sacrificaré sacrificios de aclamación: cantaré‚ y tocaré para el Señor.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Salmo 15
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti. Yo digo al Señor: “Tú
eres mi bien”. Los dioses y señores de la tierra no me satisfacen.
Multiplican las estatuas de dioses extraños; no derramaré sus
libaciones con mis manos, ni tomaré sus nombres en mis labios.
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu
mano: me ha tocado un lote hermoso, me encanta mi heredad.
Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye
internamente. Tengo siempre presente a mi Señor, con Él a mi derecha no
vacilaré.
Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne
descansa serena. Porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel
conocer la corrupción.
Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu
presencia, de alegría perpetua a tu derecha.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Comentarios
Publicar un comentario