147.-DEBEMOS AMAR A DIOS CON TODO EL CORAZON, CON TODAS LAS FUERZAS Y CON TODO EL ALMA
“1. ¿Hay por ventura un tiempo o un lugar en que sea o haya sido injusto
amar a Dios con todo el corazón, con todas las fuerzas y con toda el alma
y al prójimo como a uno mismo?
De manera semejante, las torpezas que van contra naturam, como las de los
sodomitas, han de ser siempre aborrecidas y castigadas. Y aun cuando todos los
pueblos se comportaran como ellos, la universalidad del delito no los
justificaría; serían todos ellos reos de la misma culpa ante el juicio de Dios,
que no creó a los hombres para que de tal modo se comportaran. Se arruina y se
destruye la sociedad, el trato que con Dios debemos tener cuando por la
perversidad de la concupiscencia se mancilla esa naturaleza cuyo autor es él
mismo.
Pero cuando se trata de costumbres humanas los delitos han de evitarse
conforme a la diversidad de esas costumbres; de manera que ningún ciudadano o
extranjero viole según el propio antojo lo que la ciudad ha pactado con otros
pueblos o que está en vigor con la firmeza de la ley o de la costumbre.
Siempre es algo indecoroso la no adecuación de una parte con el todo a que
pertenece.
Pero cuando Dios manda algo que no va con la costumbre o con los pactos
establecidos hay que hacerlo, aunque nunca antes se haya hecho; hay que
instituirlo aunque la institución sea del todo nueva. Pues si un rey puede en
su ciudad mandar algo no antes mandado por los anteriores reyes ni por él
mismo, la obediencia al nuevo mandamiento no va contra la estructura de la
ciudad; es algo universalmente admitido que los ciudadanos han de obedecer a
sus reyes. ¡Con cuánta mayor razón se debe a Dios, rey de todas las criaturas,
una obediencia firme y sin vacilaciones! Pues así como en las sociedades
humanas la potestad mayor se impone ante las potestades menores, así también
toda humana potestad debe subordinarse al mandar de Dios.”
-----------------------------------------------------------------XXX--------------------------
Tomado y adaptado de “LAS CONFESIONES” de San Agustìn.-Libro
III.-Cap. VIII
Comentarios
Publicar un comentario