227.-“Entreguémos nuestra amistad sin medida, sin pedir nada a cambio”
.(La primera señal milagrosa de Jesús,
en Caná de Galilea)
“ Tres días más tarde se
celebraba una boda en Caná de Galilea, a la cual asistió la madre de Jesús.
Éste y sus discípulos también fueron invitados. Como llegara a faltar el vino,
María le dijo a Jesús: "Ya no tienen vino". Jesús le contestó: "Mujer, ¿qué
podemos hacer tú y yo? Todavía no llega mi hora". Pero ella le dijo a
los que servían: "Hagan lo que él les diga".
Había allí seis tinajas de piedra, de unos cien litros cada una, que servían para las purificaciones de los judíos. Jesús dijo a los que servían: "Llenen de agua esas tinajas". Y las llenaron hasta el borde. Entonces les dijo: "Saquen ahora un poco y llévenselo al mayordomo".
Así lo hicieron, y en cuanto el mayordomo probó el agua convertida en vino, sin saber su procedencia, porque sólo los sirvientes la sabían, llamó al novio y le dijo: "Todo el mundo sirve primero el vino mejor, y cuando los invitados ya han bebido bastante, se sirve el corriente. Tú, en cambio, has guardado el vino mejor hasta ahora".
Había allí seis tinajas de piedra, de unos cien litros cada una, que servían para las purificaciones de los judíos. Jesús dijo a los que servían: "Llenen de agua esas tinajas". Y las llenaron hasta el borde. Entonces les dijo: "Saquen ahora un poco y llévenselo al mayordomo".
Así lo hicieron, y en cuanto el mayordomo probó el agua convertida en vino, sin saber su procedencia, porque sólo los sirvientes la sabían, llamó al novio y le dijo: "Todo el mundo sirve primero el vino mejor, y cuando los invitados ya han bebido bastante, se sirve el corriente. Tú, en cambio, has guardado el vino mejor hasta ahora".
Esto que Jesús hizo en Caná de Galilea fue la primera de sus señales
milagrosas. Así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él.”
(san Juan: 2, 1-11)
REFLEXION:
La narración de las llamadas Bodas de Caná revela el lado humano,
compasivo y amistoso de Jesús, quien dándose cuenta del apuro de los
anfitriones que se habían quedado sin vino, decidió aliviar su desesperanza,
dándoles un vino exquisito y abundante.
Jesús, como vemos a lo largo de todo el Evangelio, está pendiente de las
quejas y aflicciones de sus vecinos y parientes y a la vez, se hace partícipe
de sus gozos y festejos.
Es un israelita
verdaderamente solidario y generoso, como solamente Dios suele serlo con sus
criaturas.
Se entrega
sin medida y lo mejor de todo, es que no pide nada a cambio de su amistad.
Quienes hemos nacido a la vida
cristiana por el Bautismo, sabemos que su amorosa cercanía nos alienta y nos
libra de la tentación de pasar por encima de los demás.
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Recuerda:
“La amistad es un tesoro que tiene un
valor incalculable, los amigos los elegimos o nos elijen y llegan a ser tan
importantes como la propia familia.”
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