204.- “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”
Salmo 30
A ti, Señor, me acojo, que no quede yo nunca defraudado.
En tus manos encomiendo mi espíritu y tú, mi
Dios leal, me librarás.
Vuelve, Señor, los ojos a tu siervo
Se burlan de mí mis enemigos, mis vecinos y parientes de mí
se espantan,
los que me ven pasar
huyen de mí.
Estoy en el olvido, como un muerto, como un objeto tirado en
la basura manos
Pero yo, Señor, en ti
confío. Tú eres mi Dios, y en tus manos está mi destino. Líbrame de los
enemigos que me persiguen.
Vuelve, Señor, tus ojos a tu siervo y sálvame, por tu
misericordia.
Sean fuertes y
valientes de corazón, ustedes, los que esperan en el Señor.
Amén
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