178.-REFLEXION: “Hazte rico ante tu Dios. Quien, con su infinita riqueza remediarà con esplendidez todas tus necesidades por medio de Cristo Jesùs.”
“Me alegré mucho en el Señor de que ya al fin
hayan florecido vuestros buenos sentimientos para conmigo. Ya los teníais, sólo
que os faltaba ocasión de manifestarlos.No lo digo movido por la necesidad,
pues he aprendido a contentarme con lo que tengo.
Sé lo que es vivir en pobreza y también lo que es
tener de sobra. Estoy acostumbrado a todo y en todo: a la
saciedad y al hambre; a la abundancia y a la privación.Todo lo puedo en Cristo,
Jesùs que me da fuerza .
En todo
caso, hicisteis bien en compartir mi tribulación.Y sabéis también vosotros,
filipenses, que en el comienzo de la evangelización, cuando salí de Macedonia,
ninguna Iglesia me abrió cuentas de «haber y debe», sino vosotros solos. Pues
incluso cuando estaba yo en Tesalónica enviasteis por dos veces con que atender
a mi necesidad.
No es que yo
busque el don; sino que busco que ustedes
se hagan cada vez màs ricos ante Dios.
Tengo cuanto necesito, y me sobra; nado en la abundancia después de
haber recibido de Epafrodrito lo que me habéis enviado, suave aroma ,
sacrificio que Dios acepta con agrado.
Y mi Dios con su
infinita riqueza remediarà con esplendidez todas tus necesidades por medio de
Cristo Jesùs.”. (Filipenses 4:10-19)
REFLEXION
Jesús enseñó que los que no se dejan dominar por los bienes
materiales son los que aprenden a usarlos con sabiduría y prudencia. Pueden
vivir con mucho o con poco, según sean las circunstancias; pero la capacidad
para no depender de los bienes materiales y aprender a confiar en Dios en todas
las necesidades no es algo que llegue automáticamente.
La naturaleza del pecado es tal que resulta difícil confiar en la
providencia divina; preferimos afianzarnos en este mundo y buscar primero
nuestra propia comodidad antes que el bienestar de los demás.La única manera de librarse de este torbellino de la vida humana es entregarse en manos de Cristo, o sea, decidir que no queremos seguir gobernando nuestra propia vida, sino someternos a la autoridad del Señor. Si nos disponemos a experimentar la revelación de Jesús, el corazón se nos llenará de amor, llegaremos a ver su magnificencia suprema y confiaremos que siempre atenderá a nuestras necesidades.
Servir a Dios no significa esperar que el Señor nos diga lo que debemos hacer; la clave es realmente amar a Dios. El secreto es enamorarnos de Cristo. Cualquier otra razón para ser cristianos es insuficiente e improductiva. Cuando reconocemos que el Señor nos ama con amor eterno, nos sentimos naturalmente impulsados a amarlo, obedecerle y servirle.
¿Cómo podemos mantener fija la mirada en el Señor? Este tipo de cambio no se produce generalmente de la noche a la mañana; tenemos que ir avanzando paso a paso cada día.
Podemos dedicar un tiempo a la oración cada mañana y pedirle a Jesús que nos llene de su amor. Antes de retirarnos, podemos preguntarnos a quién servimos durante el día y arrepentirnos cuando nos demos cuenta de que hemos pecado o caído en faltas o errores.
También podemos beneficiarnos regularmente de los sacramentos de la Penitencia y la Sagrada Eucaristía, ¡porque la fuerza y la gracia que ellos transmiten son poderosas! Dios desea hacernos ver cuáles son las prioridades que realmente nos hemos fijado.
Dedica un tiempo hoy y pídele al
Señor que te haga ver a quién o a qué estás tú realmente sirviendo: ¿a Dios, a
ti mismo o a los bienes materiales?
ORACION:
“Señor
mío Jesucristo, todo lo que tengo es lo que tú me has dado: la libertad, mi
familia, mi hogar y todo mi ser. Ayúdame, Señor, a entregártelo todo a ti.”
Adaptado
para nuestro blog de publicación católica:”La Palabra entre Nosotros”
Comentarios
Publicar un comentario