237.- Reflexión: La carta de Cristo
“Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones,
conocidas y leídas por todos los hombres; siendo manifiesto que sois carta de
Cristo.”
2 Corintios 3:2-3
“Jesús había de morir por la nación; y no solamente por la nación, sino
también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos.”
Juan 11:51-52
REFLEXIÓN:
Casi todo el mundo ha oído hablar
de Jesús, de su bondad, de su humildad, de su abnegación... Los que no creen en
Él suelen reprochar a los creyentes que no se parecen a Él.
Es cierto, nosotros los
cristianos a menudo somos malos testigos de Cristo. ¡Qué diferencia entre lo
que Dios hizo de nosotros, es decir, una carta de Cristo, y lo que mostramos en
la vida diaria! Necesitamos volver al Señor, escuchar su palabra y dejarnos
formar por su amor.
La vida cristiana diaria es en sí
un mensaje. El
evangelio se hace visible por la manera en que los creyentes hacen resaltar los
caracteres de Dios (amor, luz, santidad...) en su vida, según leemos en Romanos
12: “Si es posible, en cuanto dependa de
vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos...
Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de
beber” (v. 18-20). No seremos carta de Cristo gracias a técnicas de
comunicación, sino viviendo cada uno la vida de Cristo. Entonces el perdón, la
ayuda mutua y las palabras de ánimo caracterizarán nuestras relaciones con los
demás.
El Señor Jesús unió en una misma
familia a todos los hijos de Dios. La Iglesia según la Biblia no es una
institución, sino el conjunto de todos los que creen en el Señor Jesús. De este
conjunto vivo debería brotar un mensaje poderoso de amor, de compasión y de
santidad, pues cada creyente tiene a Cristo como Salvador y Señor.
Así Sea
Fuente: Editorial La Buena Semilla,
Comentarios
Publicar un comentario