200.REFLEXION: El que no está con ÊL, está contra Èl




”Después de que Jesús hubo expulsado un demonio, algunos dijeron: «Por Belzebù, Príncipe de los demonios, expulsa los demonios». Otros, para ponerle a prueba, le pedían una señal del cielo.
Pero Él, conociendo sus pensamientos, les dijo: «Todo reino dividido contra sí mismo queda asolado, y casa contra casa, cae. Si, pues, también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo va a subsistir su reino?, porque decís que yo expulso los demonios por Belzebu Si yo expulso los demonios por Belzebu, ¿por quién los expulsan vuestros hijos? Por eso, ellos serán vuestros jueces. Pero si por el dedo de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios.
»Cuando uno fuerte y bien armado custodia su palacio, sus bienes están en seguro; pero si llega uno más fuerte que él y le vence, le quita las armas en las que estaba confiado y reparte sus despojos. El que no está conmigo, está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama. Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda vagando por lugares áridos, en busca de reposo; y, al no encontrarlo, dice: ‘Me volveré a mi casa, de donde salí’. Y al llegar la encuentra barrida y en orden. Entonces va y toma otros siete espíritus peores que él; entran y se instalan allí, y el final de aquel hombre viene a ser peor que el principio».(Lc 11,15-26)

Reflexión:
En este pasaje; el Señor nos habla muy claramente y sin ambages de dos fuerzas en puga en este Mundo: el bien y el mal. Negar que existe el mal, es taparnos los ojos y renunciar ingenuamente a enfrentarlo, asumiendo que basta con ignorarlo, como la avestruz, escondiendo la cabeza.
Pero el hecho, la realidad es que el mal existe y Belzebu es su Príncipe. Él busca conquistar el Mundo con muchas argucias, estando entre sus favoritas la hipocresía, el cinismo, el engaño, el egoísmo, la soberbia…Todo aquello que esclaviza y degrada al hombre. Le hace creer que en ellas está la felicidad; que con ellas o a través de ellas es libre, cuando en realidad se esclaviza.
Todos hemos sido engañados alguna vez. ¡Qué sensación tan desagradable! ¿No es verdad? Descubrir que todo era mentira, que éramos víctimas de un engaño; que las cosas no eran como pensábamos…
Pues el demonio está tras estos engaños; son obras de Belzebul. Eso es lo primero que tenemos que aprender a reconocer, a distinguir y entender. Él es el Príncipe del Mundo, es decir aquél que tiene la pretensión de heredar el Mundo, de ganarlo para sí. Y viene haciendo todo lo que le es posible para lograrlo. Avanza en la medida que nosotros le dejamos. Nos conquista, nos atrae. No podemos subestimarlo…Es el artífice de los enredos, de las confusiones. Es allí donde se mueve, como pez en el agua. No debemos entrar en contemplaciones con él…Nos engañamos si creemos que podemos coquetearle, que podemos jugar con él y engañarlo. Solo Dios puede contra él, y ya lo ha vencido, a través de la muerte y resurrección de Jesucristo.
Esto es lo que el Señor quiere hacernos entender en este pasaje. En el fondo, sólo hay dos posiciones. Dos señores. O estas con uno, o estás con el otro. No puedes servir a los dos. No puedes pretender congraciarte con ambos, aunque el demonio te diga lo contrario. El Señor es muy claro con respecto a los que aspiran a ese punto medio, a esa tibieza, a esa mediocridad: los escupiré, los vomitaré. Es decir, le dan asco, porque adoptan una posición engañosa y ni entran ellos,  ni dejan entrar a los demás. Esa es la gravedad de la falta de los tibios. Hacer creer que esta posición intermedia es posible. No hay conciliación entre ambas posiciones. Eso nos lo enseña el Señor y lo repite nuestra Iglesia cuando al momento de la Confirmación recitamos: “Renuncio a Satanás, a sus pompas y a sus obras…” ¡Renuncio! Eso es lo que se nos reclama…¡Renunciar!
Entonces, o estoy a favor de la Vida o de la muerte. No puedo estar en el medio. ¿Soy abortista o no lo soy? ¿Facilito el divorcio o fortalezco el matrimonio? ¿Dejo en libertad para que las personas actúen y decidan en función de su dignidad u obligo, condeno y esclavizo, exigiendo que los demás lleven cargas que yo me resisto a llevar?
¿Digo la verdad, soy honesto y me exijo dar a cada quien lo suyo, o más bien me acomodo, “doro la píldora”, oculto pruebas, tergiverso situaciones, buscando verme favorecido y finalmente me hago el tonto y desentendido, cuando se me exige tomar posición?
Oremos:
Señor, que busque andar siempre por el camino de la Luz, la Verdad y la Vida. Que te siga a Tí siempre, en todo momento y lugar. Que comprenda que Tú has vencido al Mundo. Que contigo tenemos la certeza de la Victoria, que en todo aquello que aparentemente no podemos, con la fuerza de la oración y tu apoyo venceremos. Que siempre habrá esperanza. Que la esperanza es lo último que se pierde, porque Tú estás ahí y mientras haya un Dios Padre, Bueno y Generoso, siempre, SIEMPRE habrá esperanza. Amén.

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