187.-¿QUIÉN SE PIENSA QUE ES ÉL?
“Saliò Jesús de
allí y vino a su pueblo en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado,
empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba
asombrada: «¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado?
¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María,
hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con
nosotros aquí?»
Y esto les resultaba escandaloso.
Màs Jesús les decía: «No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa.»
No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos poniendo sobre ellos sus manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.” (san Marcos:6,1-6):
REFLEXIÒN:Y esto les resultaba escandaloso.
Màs Jesús les decía: «No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa.»
No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos poniendo sobre ellos sus manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.” (san Marcos:6,1-6):
Un hombre o una mujer como nosotros, de a pie, cuyos padres conocemos, ¿cómo se atreve, él o ella, a hablarnos palabra de Dios - si es que es palabra de Dios?
Jesús, el carpintero del pueblo, a quien todo el mundo conocía, ¿cómo podría hacer milagros y de dónde sacaba ese extraño mensaje que proclamaba? –
-- La Iglesia, con todos sus defectos, y sus predicadores, que no son mejor que nosotros, ¿cómo se atreven a hablarnos en el nombre de Dios?
--- Pero… Dios habla por medio de gente ordinaria.
La palabra y el mensaje de Dios son más fuertes que los débiles mensajeros que él envía para proclamar su palabra profética.
Los vecinos de Nazaret, sus paisanos, no aceptaron a Jesús. ---
¿Aceptamos nosotros a los que hablan fuerte y claro en favor de lo que es justo, verdadero y bueno?
Oración
Oh Dios,
Padre nuestro sin igual:
Tu Hijo, tu Palabra viviente,vino a nosotros como uno de los nuestros,
formado de la misma carne y sangre
Disponnos para acogerle siempre
y para escuchar lo que él nos diga,
aun cuando su palabra nos inquiete y nos moleste.
Y danos también valentía
para pasar esta misma palabra a otros,
para que nos libere a todos
y nos lleve a ti como pueblo tuyo querido.
Te lo
pedimos por Jesucristo nuestro Señor. amèn
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