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Mostrando entradas de mayo, 2016

213.-¿Dios es un Dios indiferente o un Dios de amor? (2)

“En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.” 1 Juan 4:10 “Arrepentíos, y creed en el evangelio.” Marcos 1:15 REFLEXIÓN: Dios sabía de antemano que los hombres harían un mal uso de su vida, lo cual los puso bajo la esclavitud del pecado. Por ello, incluso antes de que existiese el mundo, Dios ideó un plan de rescate para la humanidad: la Biblia nos revela este medio de salvación para el hombre perdido. ¡Qué misterio insondable! “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna ” (Juan 3:16). ¡Qué mensaje tranquilizador: Dios ama a los hombres! Lo mostró permitiendo que su propio Hijo viniese a nosotros. Su muerte en la cruz y su resurrección manifiestan su resplandeciente victoria sobre el mal. Los que creen esto reciben la vida eterna y las fuerzas para el presente. En

212.-¿Dios es un Dios indiferente o un Dios de amor? (1)

“Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él.” 1 Juan 4:8-9 REFLEXIÓN: ¿Dios es indiferente a la vida de los hombres? Quizás te hagas esta pregunta cuando vives situaciones personales difíciles. ¡Cuántos sufrimientos son debidos a las malas decisiones que el hombre toma: la búsqueda desenfrenada del poder y de la gloria personal, la codicia, la envidia... Sin embargo, cuando las cosas van mal, fácilmente se le echa la culpa a Dios, incluso si el resto del tiempo no se piensa en él. ¿Por qué no interviene para poner orden, para restablecer la paz, la justicia, el amor y el gozo? En medio del aparente silencio de Dios, es necesario recordar que Dios intervino, y que ahora “quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad (1 Timoteo 2:4). Muestra claramente el camino de la vida al que desea emprenderlo. Dios ama a todos los hombres y no es insensi

211.-¿Mortificado por los remordimientos?

“Si confesamos nuestros pecados, Él (Dios) es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” 1 Juan 1:9 “Anuncié... que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento”. Hechos 26:20 REFLEXIÓN: “34 años después de haber cometido un asesinato, y carcomido por los remordimientos, un hombre fue a la comisaría de policía de su ciudad para confesar su crimen. «Espero que el buen Dios me perdonará». Estos hechos, publicados en los periódicos, nos recuerdan que cada uno de nosotros tiene una conciencia, y excepto que esté demasiado endurecida, no nos deja tranquilos cuando cometemos una falta. Pero, ¿cómo podemos descargar nuestra conciencia? Reconociendo nuestras faltas ante los hombres, pero también ante Dios, pues cada pecado es primeramente una ofensa a Dios. Ante la justicia de los hombres, una persona culpable tiene que pagar una pena más o menos larga. ¿Qué sucede ante la justicia divina? Dios es un juez

210.-¿Quieres ser sano?

“Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. Cuando Jesús lo vio acostado... le dijo: ¿Quieres ser sano? Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien   me meta en el estánque cuando el agua fuere revuelta; porque entre tanto que yo vengo, otro antes de mí ha descendido.” Juan 5:5-7 REFLEXION: Jesús hizo esta sorprendente pregunta a un hombre que estaba enfermo desde hacía 38 años. ¡Todos los enfermos desean sanarse! Pero mediante este pasaje Jesús quiere hablarnos de un mal completamente diferente, un mal que afecta a nuestra alma. Es un mal interior, mucho más grave que todas las enfermedades físicas. La Biblia lo llama pecado. Es el origen de todos los sufrimientos por los que tenemos que pasar en esta tierra, nos separa eternamente del Dios de amor. Esta pregunta se dirige a cada uno de nosotros, y Jesús está esperando una respuesta concreta. Nadie podía responder en lugar de este hombre. Sin embargo, él no respondió directamente, pues habl

209.-El resto de nuestra vida

Para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las concupiscencias de los hombres, sino conforme a la voluntad de Dios. 1 Pedro 4:2 Todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos. Efesios 2:3 En su poema «Feliz aquel que, como Ulises, hizo un hermoso viaje», Joachim du Bellay (1522-1560) expresa el apego a su tierra natal, ese país a donde el viajero nostálgico puede volver a «vivir con sus padres el resto de su vida». Algunos entre nosotros comparten esta aspiración, en cambio otros la consideran anticuada. Pero ante cada uno de nosotros está ese «resto de la vida terrenal» y la manera en que lo vamos a vivir. ¿Lo haremos para las «codicias de los hombres» o según “la voluntad de Dios”? El apóstol Pablo dice: “Todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos” (Efesios 2:3). Esta es la manera de vivir de los

208.-JESÚS, EN EL CORAZÓN DE LA MADRE

.” Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su Madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: "Mujer, ahí tienes a tu hijo". Luego dice al discípulo: "Ahí tienes a tu madre". Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa” (San Juan. 19,25-27)  El Evangelio de Lucas nos dice por dos veces, y a corta distancia una de otra, cómo era el Corazón María y cómo Jesús estaba siempre encerrado en el Corazón de su Madre. Efectivamente, nada más se marchan de Belén los pastores, nos dice que "María, por su parte, conservaba todos estos sucesos, profundizándolos en su corazón". Y cuando vuelven a Nazaret después de aquella escapada de Jesús en el templo, nos repite: "Su madre guardaba en su corazón todos estos acontecimientos" (Lucas 2,19 y 51) Esto significa una actitud habitual en María. Jesús le llenaba por completo. Miraba continuamente